
El Papa Francisco, fallecido el pasado lunes a los 88 años, será enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma, en una tumba que refleja fielmente su testamento espiritual: sencilla, austera y profundamente simbólica. Así lo confirmó el Vaticano, que detalló cómo el pontífice dejó instrucciones precisas sobre su sepultura, en línea con los valores que defendió a lo largo de su pontificado.
Ubicada entre la Capilla Paulina y la Capilla Sforza, la tumba estará marcada por una simple losa de mármol blanco, grabada únicamente con su nombre —“FRANCISCUS”— y adornada con una reproducción en plata de su cruz pectoral. No habrá monumentos fastuosos ni ornamentos excesivos. El Papa argentino eligió la simplicidad hasta el final.
La elección de Santa María la Mayor no fue casual. Francisco mantenía una devoción profunda por la imagen de la Virgen Salus Populi Romani, alojada en la Capilla Paulina de esta basílica. Allí solía detenerse a rezar antes y después de cada viaje apostólico. Su última visita fue en marzo pasado, tras recibir el alta médica, como si ya presintiera que sería su despedida.
Rompiendo con la tradición de los ataúdes triples utilizados en entierros papales (ciprés, plomo y roble), el Papa Francisco pidió ser sepultado en un féretro de madera y zinc. Dentro de él descansan objetos que condensan su legado espiritual: un rosario, monedas acuñadas durante su pontificado y un compendio de sus encíclicas.
El financiamiento de todos los arreglos funerarios será cubierto por una donación previamente asignada, tal como dejó establecido el Papa en su testamento. Un benefactor anónimo, según informó el Vaticano, se encargará de transferir los fondos a través del Capítulo Liberiano, garantizando así que se cumplan las últimas voluntades del pontífice.
El funeral, celebrado en la Plaza de San Pedro, reunió a miles de fieles y líderes mundiales, entre ellos Donald Trump, Emmanuel Macron, Javier Milei y Volodímir Zelenski, en una despedida sobria pero cargada de simbolismo. Desde allí, sus restos serán trasladados en procesión hasta la basílica mariana que eligió como morada eterna.
El sepulcro del Papa Francisco quedará abierto al público a partir del 27 de abril. Hasta entonces, los trabajos de acondicionamiento continúan, y la tumba permanece protegida por una valla de madera.
Con esta última elección, el primer Papa jesuita y latinoamericano deja un testimonio final coherente con su vida: humildad, cercanía a los más pobres, y una profunda fe mariana. Su legado, sin duda, perdurará más allá de su sepulcro.