En medio de la tragedia que atraviesa el Catatumbo, donde enfrentamientos entre el ELN y las disidencias de las FARC han dejado más de 80 muertos y miles de desplazados, las historias de dolor no solo involucran a las personas, sino también a sus animales.

Mono, un perro que acompañaba a una de las familias desplazadas en El Tarra, tuvo que abandonar su hogar junto a sus dueños. Como muchos animales de la región, Mono es un testigo silencioso de la violencia que obliga a cientos de familias a huir, dejando atrás tierras, recuerdos y, en muchos casos, otros animales que no pueden llevar consigo.
La imagen de Mono, caminando junto a su familia por los caminos de éxodo, es un recordatorio del impacto total de este conflicto: el sufrimiento no distingue entre humanos y animales. Mientras tanto, las comunidades siguen luchando por un refugio seguro, cargando con sus pocas pertenencias y con la esperanza de volver algún día a su tierra.
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