El Gobierno de Siria colapsó en la madrugada del domingo, marcando el fin de más de cinco décadas de control de la familia Al Assad. Una ofensiva rebelde avanzó en apenas 10 días, tomando rápidamente las últimas zonas controladas por el presidente Bashar al Assad y llegando a Damasco, la capital.
La salida de Al Assad cierra un capítulo de 14 años de lucha por mantenerse en el poder durante una devastadora guerra civil que no solo dividió al país, sino que atrajo a potencias regionales e internacionales.
Bashar al Assad asumió el poder en 2000 tras la muerte de su padre, Hafez al Assad, generando expectativas de reformas por su perfil de joven líder educado en Occidente. Sin embargo, en 2011, el estallido de protestas en su contra desató una feroz represión que escaló en una guerra civil. Durante el conflicto, su Gobierno fue acusado de crímenes de guerra, incluyendo bombardeos indiscriminados y torturas sistemáticas.
La caída del régimen representa un giro histórico para Siria, aunque las incertidumbres sobre el futuro del país persisten, con múltiples actores y facciones disputándose el control.